Consejos para hacer un Priscilla Marie Kondo
- Priscilla Leon
- 3 feb 2019
- 3 Min. de lectura

Hace un par de semanas hice algo doloroso, aunque necesario: una limpieza de closet. Tal vez crean que lo hice motivada por la fiebre de Marie Kondo, pero la verdad es que no aguanté ver ni
10 minutos del primer capítulo. Mi limpieza fue inspirada por situaciones más terrenales. Pensé que si hay gente que te puede sacar de su vida en un 2X3 y tirarte al basurero, yo también puedo deshacerme de un par de vestidos.
Claro, lo de un par de vestidos es un decir, porque, según mis cálculos, fueron unos 10. Además,“boté” una docena de pantalones, blusas, algunos suéteres y un par de chaquetas. Le dije adiós a zapatos, collares, bolsos, bras, panties, etcétera. Y por fin, querido ex, me deshice de mis coloridas calcetas de deditos, que tan poco te gustaban. Eso en el caso de que interese, o estés leyendo esto.

No crean que no me dolió deshacerme de las cosas. Soy una cursi y, a veces, entiendo el amor de mi mamá por su colección de Tupperware y las vajillas que nunca usa. Viví muchas cosas divertidas con algunas de esas prendas, pero entiendo que hay que pasar página. Sobre todo, comprendo que hay que hacerle lugar a nuevos vestidos, faldas y tops. Como una especie de conjuro para atraer la buena ropa.
Bueno, pero basta de tanto sentimentalismo. Les comparto las técnicas y pasos que utilicé para hacer la limpieza de armario.
Saqué toda la ropa y la coloqué sobre mi cama para que nada se me escapara. Tengo dos armarios, uno para blusas, faldas, suéteres y ropa interior; y otro para jeans, vestidos y chaquetas. Así que fui de categoría en categoría.
Analicé prenda por prenda. Pensé en cuánto me gustaba, cuándo la usé por última vez y, si había sido hace mucho, en por qué ya no la utilizaba. Eso hace más fácil decidir qué se queda y qué se va.
Si había algo que hace tiempo no usaba, pero aún me gustaba, me lo probé. Descubrí así que muchas de las cosas ya no se ajustaban a mi cuerpo o mi personalidad. Entonces, bye.

Una vez decidí qué se quedaba, lo volví a poner en mi armario clasificado por colores. Y sí, fui del blanco al negro. De esa forma se me hace más fácil encontrar algo.
En el caso de las blusas y vestidos, todo lo colgué en cerchas y fui de mangas cortas a largas. Lo sé, nada del otro mundo.
Los suéteres y abrigos los coloqué al final de mi armario 2. Primero porque no los uso tanto y segundo, porque si lo utilizo es más fácil sacarlos.
En cuanto a los zapatos, los guardo afuera de los armarios, porque dentro no caben, pero siempre en su caja para que no se manchen o les entre polvo. Sé cuál está en cada caja, pero si a ustedes se les hace difícil reconocerlos péguenle una etiqueta o un post it con una descripción. También pueden comprar cajas transparentes.
Para los accesorios, las cajas plásticas con divisiones son la mejor opción. Recuerden que algunas piezas son muy pequeñas y por ello, fáciles de extraviarse.
Lo de la ropa interior también es importante y debe tener su propia gaveta. Ningún dios griego, va querer ir a tu cama si tienes los calzones rotos o un bra con las varillas salidas. Por eso, debes hacerles un espacio en el que no se apachurren.
Dale también un espacio especial a tus calcetas, guantes y pañuelos, porque, créanme son muy fáciles de perder. Dóblalos y de ser posible haz que estén siempre visibles.
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